Qué triste compartir algo con alguien sin saber que va a ser la última vez.
Todo empezó tan de golpe, entre baile y alcohol nos encontramos besándonos. Dejamos salir unas ganas que traíamos hace tiempo.
Lo que sucedió después fue casi irreal, sus mensajes, sus visitas a la ciudad más seguido y juntarnos para entrelazar nuestros cuerpos por horas.
Pensar todo esto hoy, que ya no hablamos, me causa felicidad porque al menos lo vivimos. Aunque fue corto el tiempo nos quisimos bien, nos cuidamos y nos mimamos la piel.
Nunca hablamos de lo sentimental, pero nos mirábamos a los ojos y eso ya no hacía falta.
El destino es así, juega en cruzarte con las personas para después separarte, pero nosotros fuimos tercos y supimos como por un tiempo escaparle.
Nunca pensé que esa vez iba a ser la última vez, me imaginaba más momentos juntos, una despedida. Pero quizás fue lo mejor, quizás tenía que ser así para que no duela tanto o para que está historia quedé abierta, con un final incierto...
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