miércoles, 8 de enero de 2014

Mezcla de todo y nada...

El final del 2013 estuvo cargado de miles de emociones, emociones que nunca me imagine viviría tan juntas...
Fueron algunos días de felicidad, felicidad plena, donde pensaba que nada mejor me iba a pasar. Y otros donde no quería ni existir, solo quería llorar...
  Como primer punto me recibí de lo que tanto había esperado, anhelado y esforzado durante casi 10 años, me recibí de Profesora de Danzas Clásicas. Un sueño realizado, una meta cumplida, felicidad infinita...
  Al poco tiempo llego el turno de finalizar una de las etapas más importantes, la etapa de la secundaria. Miles de problemas, dificultades y demás que había vivido durante esa etapa (con compañeros, profesores o materias), ya no importaban, todo había quedado pisado y ese día tan importante había finalizado mis estudios secundarios, que tan importantes eran para la felicidad de mis padres y para el bien de mi futuro.
  Más adelante llego el turno de algo tan esperado durante todo el año, por lo que me había preparado el año entero. Viajaba a Buenos Aires a cumplir mi sueño mientras hacía lo que más amaba. Mostraba lo que mejor se hacer a otra gente, un mundo de gente, y a cuatro jurados, que nunca en mi vida había visto y ese día me estaban juzgando. Donde salimos en el 3º puesto a nivel Nacional adulto de Argentina de Reggaeton. Este viaje lo hice junto al mejor apoyo y grupo de baile, un grupo de amigos, donde todo el año nos contuvimos entre todos, en cada momento que pasamos, de felicidad, amargura y tristeza. Ese día de la competencia tenía tanto nerviosismo, pero por otro lado estaba tranquila, porque todo el esfuerzo lo había hecho durante todo el año, ese día solo me centre en disfrutar y de gozar el momento.
  Al llegar de este viaje me encontré con lo más chocante de mi vida, con lo más triste y desgarrador del mundo. Ese día una parte de mi se murió, murió de tristeza, de dolor... ese día perdí a mi abuelo, una de las personas más importantes en mi vida. La persona con la que me había criado cuando mis papas trabajaban. Ver a mi abuela, mi mamá, mi hermano, mi papá, en fin, ver a toda mi familia sufrir, llorarlo, me partió el alma. Me destrozó por completo el saber que ya no lo iba a ver más sentado en su silla de ruedas, almorzando con toda la familia en su casa. No puedo pensar en cada momento que desperdicié, donde podría haberlo abrazado más, haberle dicho cuanto lo quería, pero no podía, no podía hacerme a la idea que ya se iba acercando la despedida. Me quedo de el el recuerdo de un gran hombre, humilde, luchador, trabajador, familiero, leal y por sobre todo buena persona, que ame y voy a amar y llevar conmigo para toda la vida. Ahora el es mi guía y a cada lado que voy lo llevo conmigo.
  Esta etapa no pude cerrarla por completo, no pude hacer el duelo, no tuve tiempo a llorarlo, porque a la semana ya me estaba preparando para otro momento que había esperado por casi dos años, el día en que me iba de viaje de egresados. Un viaje lleno de todo, amigas, fiesta, alcohol, previas, boliches, chicos, amistades nuevas, coordinadores, excursiones, sol, lago, playa, pileta, locuras, cagadas, de todo. Un momento en el que pude volver a sonreír y olvidarme por un rato del mal trago que había pasado al haber perdido a un ser tan querido. Algo inolvidable que viví junto a las 5 personitas que más amo, las amigas más fieles y leales del mundo, las personitas que me cuidan y yo cuido con la vida y están en todo momento.

Hoy sin embargo, la tristeza vuelve otra vez. Hoy, a un mes de la partida de mi abuelo, vuelvo a llorar, vuelvo a extrañarlo, vuelvo a sentir ese vació que sentí cuando se fue, cuando partió, para ahora acompañarnos desde una estrella, esa estrella que ahora es mi guía. Se que siempre lo voy a llevar conmigo, se que voy a poner en practica cada una de sus enseñanzas y se que va a compartir mis momentos de felicidad y logros desde donde quiera que este.

Para siempre en mi