Recuerdo estar riendo, rodeados de nuestros amigos, divirtiéndonos en la fiesta. De repente mis ojos se encuentran con los tuyos y se pierden por completo ahí, en un solo instante, no más que eso.
Todo a nuestro alrededor desapareció, parecíamos los únicos en ese momento, los únicos en el mundo.
Todo a nuestro alrededor desapareció, parecíamos los únicos en ese momento, los únicos en el mundo.

Ya encontrándonos afuera no sabía como actuar, que decir, que hacer... pero no hizo falta, todo fue tan natural, tan despreocupado. Nuestras miradas sin despegarse, riendo, peleando como niños.

Nuestras miradas centradas fijamente en nuestros ojos, unos ojos que resplandecían de lo mucho que brillaban. Tu mirada bajo hacía mis labios, podía sentir mi corazón acelerarse, como queriendo salir de mi pecho. Cuando volviste tu mirada a mis ojos no pude resistirme de morder mis labios, eras tan lindo, era tan lindo este momento.
Sentí tu mano en mi mejilla -pude sentir como mi sangre se posaba en ella también, haciendo que me sonroje- y minutos después tus labios estaban junto a los míos, fundiéndose en un beso, un beso tierno, disfrutándonos. Al parecer ambos habíamos estado esperando este momento, y queríamos disfrutarlo.
Sentí despegar tus labios de los míos, antes dejando un pequeño beso sobre ellos, me miraste, esas miradas eran únicas, me llenaban, pero sin embargo sentía que quería más de tus labios, que todavía no me llenaba de ellos.
