Sabes que no es tu lugar, y sin embargo insistis y te quedas ahí. Te querés aferrar de algo que no existe, que nunca va a ser posible. Te creas falsas esperanzas, falsas expectativas de algo que nunca tuvo comienzo y no sabes cómo ponerle fin. Sabes que tenés que ponerle fin.
Como la droga más fuerte, lo necesitas, cuando al fin lo tenés lo gozas y que bien se siente, se va y te deja conforme, pero después viene la resaca, la abstinencia y todo un bucle de quererlo de vuelta, extrañar sentirte bien mientras el está. La falsa creencia de que vos lo manejas, de que cuando quieras lo vas a dejar, que sos más fuerte, que no te va a ganar. Pero así son las drogas, no te das cuenta y ya estás sumergida hasta la nariz, te domina.
Que triste que las personas sean como drogas, tan tóxicas. Que triste no poder salir de acá. Que triste recurrir a esa droga para no sentirte tan sola, tan miserable. Y al final de cuentas, cuando el efecto pasa te sentís peor. Pero tú cuerpo, tu mente, siguen pidiendo más.
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